Escalera bengalí


Esta revista de poesía se llama Shaluk. Es un tipo de loto: la flor nacional de Bangladesh. Se ha publicado en Dacca este otoño.

Las páginas que hemos abierto -186 y 187- son traducciones de poetas en lengua española al bengalí. El primero de ellos, en la página de la izquierda, es Miguel Hernández con sus poemas desde la trinchera. El último de ellos llega hasta el principio de la siguiente hoja. Hay otro poema, también, de Octavio Paz al final de la página 187.

Aprisionado entre la belleza lírica de ambos, otra composición aparece en el centro de la página de la derecha. El autor es Agus Morales. Tras el nombre, entre paréntesis, dice: Barcelona, 1983. Kobita (poema). Entre corchetes hay una breve introducción al sujeto. Se insiste de forma excesiva en que es un joven poeta y que vive en Nueva Delhi, aunque se siente bengalí. Una serie de infamias perpetradas por mi amigo y poeta de verdad Subhro Bandyopadhay, que escribe a menudo en la revista. Su prometida, Bhaswati Thakurta, fue la traductora de mi poema.

Que es éste:

ESCALERA BENGALÍ

Me parece que hay tres cosas en el mundo: la escalera, el pájaro y el mar. Los pájaros roban las piedras del camino. Los limones blancos sobre la arena iluminan la escalera. El mar ha sacado sus brazos y te ha estirado los ojos bengalíes por las sienes, paredes de carne ocultadas ahora por párpados confundidos con la línea de este horizonte de plátanos, de este atardecer de isla cuadrada en nosotros: de escalera, de pájaro y de mar.

La sintaxis está ligeramente alterada en la traducción, de forma que los “párpados confundidos” aparecen casi al final, antes de los dos puntos. Y parece, así, que el atardecer esté confundido de (sic) escalera, pájaro y mar. Algo que no era mi intención; pero que me gusta.

Además de llevarme a casa la revista, este último viaje a Calcuta me ha permitido empezar a descifrar el alfabeto del bengalí (abugida). Con la ayuda de Subhro, hemos leído algún poema de Tagor de sonoridad inaudita y planta surrealista, como uno que empezaba “desde la oreja del labio”.

En el tren de camino a Bengala, que tarda 17 horas en alcanzar su destino, leía a Mircea Eliade, que explicaba su experiencia india. Hablaba sobre la celebración del holi -festival multicolor hindú- en Santiniquetán por parte de Rabindranaz Tagor:

Allí en ese parque sin igual inundado de penetrante fragancia, comienzan los cantos en loor de la primavera, con Rabindranath Tagore rodeado de niños; su voz resalta sobre la de ellos. Su indumentaria blanca ahora es de un púrpura juvenil. El polvo que le arrojaron ha teñido su pelo de mechones de color grana. Tagore coge a un niño con cada mano y comienza la danza en medio de esa vorágine de nubes bermejas, de canciones y de alborozo (…). Varios centenares de alumnos de ambos sexos danzan formando corros más grandes o más pequeños.

Intentaba imaginarme a Tagor bailando con los niños. Y me encontré con la versión de Octavio Paz y Julio Cortázar. A Paz se le ve en todo momento; a Julio, sólo al principio. Es en la embajada de México, en Nueva Delhi, cerca de la española y no tan lejos de mi casa, en Nisamudín.

Y, claro, también está la versión de Morgar. Un conato de bandera republicana se había dibujado en mi brazo.

FEBRERO DE 2007. FOTO DE DIMITRI

Pienso en Octavio Paz, en su estancia en la India, en su poema justo debajo del mío. Saco la revista de loto, en el tren de vuelta a casa. Hay un bangladesí conmigo. Le pido que me lea mi poema. Lo hace. Dice que tiene sentido, pero que no lo entiende (¿?). Tampoco el de Paz. ¿Tienes e-mail?, me dice. No encuentro mi móvil, añade.

El tren se tambalea, parece que descarrila. Vuelve a los raíles. Me tumbo, sigo en mi tránsito. Miro por la ventana hacia el mundo, hacia Oriente. Sonrío mientras mi compañero de vagón despierta a todo el mundo para que le ayuden a encontrar el móvil, que estaba en su bolsillo. Son las cuatro de la mañana. Abro los libros. Pienso en mi carrera de fondo. No importan los alfabetos y los garabatos de Europa y Asia, de Barcelona y Calcuta. Hay una raíz aérea. La poesía es un lenguaje otro y universal.

3 peldaños en “Escalera bengalí”

  1. Anonymous says:

    Hola estoy representado a Bangladesh en un modelo de la onu (simulacion) y queria saber si me podrias ayudar. Desde ya gracias. Mi mail: gabriel_savoy@hotmail.com

  2. ChAnd says:

    Qué bien me suena el que hayas tenido ese material entre tus manos… Habríaa de buscarlo en mi próximo, Inshallah, viaje a Bangladesh… ¿Crees que será posible encontrarlo? Más dulce aún saber tu poema entre los otros y los Otros, “los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”, dice más o menos así parte de “Piedra de Sol”. Enhorabuena.

  3. morgar says:

    Eres muy generosa. Seguro que puedo encontrar un ejemplar de ese número de Shaluk; tendría que hablar con mis amigos en Bangladesh. ¿Lo quieres?

    Un abrazo

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