Red Dragon: El Demiurgo
Reseña de Dragón Rojo, o lo que quiso ser El silencio de los corderos II
“El miedo es el precio de nuestro instrumento”, dice Hannibal. Su vínculo amoroso es el miedo: uno de los más potentes. Los mundanos se conforman con la pasión. Los códigos que utilizan Hannibal y Graham para relacionarse son los mismos: cambia la intensidad. Podemos entender el canibalismo como una manifestación cultural primitiva y salvaje (es lo que se inculca en la película). Pero no es más que una sublimación de la pasión, un peldaño más en la escalera de la sensación. El miedo gana a la muerte. Y a la vida. Se sitúa por encima del bien y del mal para sobrexcitar el aparato psíquico de los protagonistas. Lo nuestro no es una antropofagia reprimida que se manifiesta en determinados seres.
El inconsciente y el consciente de una película nos desvelan parcelas de la configuración de nuestra psique. Creamos los mitos: unos perviven y otros se ahogan. La mayoría se disuelven en la literatura y en las manifestaciones artísticas y se manifiestan en nosotros de forma inconsciente. Dragón rojo es un producto cinematográfico estereotipado más.
Hannibal Lecter-Graham: ¿duelo maniqueo? El análisis profano nos dice que no: los dos son iguales. Lecter es el personaje sano mentalmente: es un filósofo coherente. Graham somos nosotros: un perturbado que no acepta su condición.
Muhover derrama su semen sobre el altar de la Humanidad: la ciega. Es una herejía inadmisible. El destino de Muhover está determinado por el tantrismo: tiene que comerse a la ciega, es decir, comerse a sí mismo: a la vida que había perdido. Pero en lugar de matarla, se pega un tiro (aunque luego resulte que no era él).
De hecho, la muerte nunca llega. Se desvía y se mantiene en vilo nuestra pasión. Nos tranquiliza saber que esta dialéctica licencia-represión no va a desaparecer. Pero sobre todo nos gusta saber que la gran licencia nunca sucederá: el asesinato (la muerte).
La religión. La sumisión a Dios, la fusión con Dios, la superación de Dios (Graham). Dios (Lecter): nunca morirá. Se retiene el fin natural de la historia: la muerte. Nunca llega porque no queremos que llegue
Blake. Cuando se come el grabado se fusiona con Dios. ¡Lo digiere! El es Dios y él es su propio esclavo: no está al servicio de su Dios-dragón (interpretación que se desprende), sino que él es en ese instante el Dios-dragón y eyacula a Dios de nuevo. Pierde energía. Y se lo come. Y lo vuelve a eyacular. Él es su tirano. Y se necesita, se quiere.
Hannibal y Graham son la pareja perfecta, pero el primero es consecuente con su doctrina y el segundo se engaña a sí y a su familia.