2 peldaños en “Elecciones indias”

  1. Anonymous says:

    Escribidor:

    Empiezo a darme cuenta de que la culpa es de los cero peldaños: hasta la más humilde de las escaleras necesita un peldaño para ser.
    Un contador a cero es un comienzo nunca iniciado, un camino por el que nadie jamás se adentró. Un paseo nunca dado, una plaza jamás transitada. Un fracaso. Una eterna promesa. Es la potencia perpetua que niega hasta el más insignificante de los actos… pero el acto insignificante por lo menos fue, tuvo la valentía de existir aunque pasara y desapareciera como todos lo hacemos (somos demasiado vulnerables, nuestra vida lo es). Piso este desierto donde cualquier paso siempre es el primero en dejar huella. Constancia de un trayecto que se sabe corto y lejano. Espero que no se borren mis pisadas sin que alcances a verlas.
    Aquí sí han hollado. Sí hay huella.
    Siéntete como el antropólogo que descubre una de ellas de cuando aún los pasos del ser humano eran vacilantes y no se engañaban pensando en su firmeza porque no iban más allá de la anécdota. No buscaban llegar más lejos de donde sus propios pasos les llevaran. Sólo un humilde testimonio de una existencia insignificantemente significativa.

    Una vez más la enviada especial… Ginebra.

    PS:¿Cómo se siente un escribidor blanco español en la India? Quizás como una anécdota que habla en una lengua prestada y corre por la ciudad con una alpargata en la mano mientras piensa en cómo darle forma a su exilio, que algún día será desexilio, en una novela trufada de imágenes de Tagore.
    Se le dedica, Escribidor, El Principio, de Tagore. En su Luna Nueva.

  2. MORGAR says:

    Ginebra:

    En efecto, una escalera no es tal sin peldaños, y agradezco tu voluntad de construcción. Este espacio es un desierto indio y, por su propia naturaleza, no pretende más que dar refugio a unos pocos escaladores, perdidos desde luego porque quizá deberían estar en las cumbres y no en la arena.

    Lo novedoso de la menorquina que perdió mi amigo madrileño es que la recuperó de forma injusta; su descuido merecía un castigo mayor.

    Sobre "cómo se siente un escribidor blanco" en la India: obligado por la luz a escribir por las mañanas, descubriendo que el exilio es España y no la India, pensando en "cómo dar forma" (vos dijiste) a su estimulada e inocente voluntad de escribir.

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