La guitarra india

Un mercado de Calcuta | AGUS MORALES

Un mercado de Calcuta | AGUS MORALES

El dolor de dejar la India se alivia porque mi nueva casa, Pakistán, sigue siendo espacio surasiático. He hecho con Igor un hermoso cruce Delhi-Islamabad: aquí me queda toda su generosa herencia y la mortecina nostalgia de seguir teniéndolo a tan pocos pero inasumibles kilómetros.

Me voy con algunas ideas de la India y con muchos prejuicios sobre Pakistán. Pronto escribiré equivocadamente sobre mi nuevo destino y, con los años, será necesario echar la mirada atrás y sonrojarse con su relectura. Pero seguiré refiriéndome a la aventura estética india, sobre todo a través de la literatura, y alguna vez a lo que nos deparen los países de alrededor, en particular Afganistán. Me tomo mi traslado como una ampliación de la mirada y la reflexión sobre el subcontinente y no como una repetición de la experiencia.

Dejo atrás a pocas personas: por encima de todos a Dimitri. Hoy me ha recordado que nuestra amistad se forjó a los pocos meses de conocernos en la India (2007), cuando decidimos irnos de vacaciones a Pakistán. El enigma escondido en la visión de un país desde el otro es algo a lo que ya hemos jugado en este blog, quizá sin demasiada fortuna, y a lo que nos dedicaremos con más denuedo. El diálogo político siempre es más difícil que el cultural.

Tengo años en la India para masajear la nostalgia, excitar la melancolía, idealizar la experiencia. Aquí ya se han explicado muchas cosas: no vale la pena el regreso mítico. Durante mi último día en Delhi, se me quedó grabada una cosa mejor, una imagen del futuro: simbólica de la India y España, descriptiva de en qué terreno se mueven las desorientadas nuevas generaciones, sintomática de nuestro inescrutable tiempo. Mi amigo indio Manoj, residente en Bilbao, volvió de vacaciones a Delhi. Y dedicamos mi última mañana a dar bandazos con un coche destartalado en las afueras de la luminosa Delhi, gestionando con dificultad los trajes que llevábamos por diversas circunstancias laborales o personales, balbuciendo deseos remitentes; temerosos de que nuestra desvencijada estructura móvil nos causara la pérdida de nuestros inesperados compañeros de viaje: un portátil y una guitarra.

2 peldaños en “La guitarra india”

  1. manoj says:

    maisan,
    me alegro que en tu viaje o tu vida en india existimos todos que te queremos mucho y lo mejor para ti.. a veces faltan las palabras para definir lo que hemos vivido pero tras años recordaremos..
    un abrazo y KUSH RAHO BHAI

  2. ChAnd says:

    Morgar estimado… Sin duda mucho te dejó la India en su bella y vasta complejidad, diversidad, vidas interiores… Ahora Pakistán será terreno de refelxiones y experiencias que modelarán otra parte de ese ser humano y periodista extraordinario. ¡Te deseo lo mejor en esta nueva estación que es parte de tu largo viaje!

    Hace unos dos años me ofrecieron un trabajo en Pakistán. Lo rechacé tal vez no sólo temerosa de echar esta mi vida actual a la borda, sino de esos prejuicios que mencionas… La vida no da oportunidades todos los días, ahora tú tines otra que seguro será muy venturosa.

    Un abrazo.

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