El deseo de la historia
Tras el final de la Guerra Fría, dos libros hicieron fortuna para explicar la política exterior estadounidense: The End of History and the Last Man, de Francis Fukuyama, y The Clash of Civilizations, de Samuel Huntington. Con ellos sucede lo mismo que, por ejemplo, la revista The New Yorker: todo el mundo habla de ellos pero nadie los ha leído. Lo más llamativo es que, sobre todo durante el mandato de Bush, lo que se discutía era la validez de las teorías políticas detrás de ambas obras y no hasta qué punto sus ideas estaban siendo aplicadas en las altas esferas, algo que se daba por descontado.
Durante estos últimos meses, inevitablemente, ambos libros (quizá los primeros que compré a través de Amazon, todo un símbolo) me han venido a la cabeza. El célebre The Clash of Civilizations porque la prensa de algunos países islámicos lo ha invocado para explicar el conflicto libio. Es innegable que los diarios paquistaníes, que son los que sigo habitualmente, están influidos por los postulados saudíes para interpretar la realidad en el mundo árabe, pero era lógico que la lectura civilizatoria (Occidente contra Islam) apareciera en ciertos sectores (no los izquierdistas europeos, esta vez, lo cual requiere una reflexión). Sobre todo porque Libia llega después de Afganistán e Irak, por no ir más atrás en el tiempo.
Pero la obra de Fukuyama me suscita más reflexiones. Recuerdo que su lectura me interesó mucho, aunque las citas a Hegel y su deseo de reconocimiento, por referirme a algo original, me rechinaran un poco en según qué contexto. La convicción de que la democracia liberal (el binomio capitalismo-democracia) se acabaría imponiendo en la gran mayoría de los países fue vista como patrimonio de la derecha norteamericana. Pero, ¿y si Obama fuera uno de los presidentes estadounidenses que mejor se identifica con estas ideas, especiadas con algo de republicanismo cínico?
Jamás el argumento de la protección de los civiles había sonado tan poco creíble como en el caso libio, tal y como explica con ironía el profesor Francisco Veiga en este artículo. Desde Reagan, es uno de los conflictos más deseados. No puedo evitar pensar que, en el otro extremo, una de las invasiones abiertas (son habituales los ataques con misiles de aviones espía) más indeseadas sería la de Pakistán. ¿Qué pasará cuando haya un gran atentado terrorista en Estados Unidos cuyas pistas lleven a Pakistán, un inestable país con arsenal atómico?
Que te convertirás en reportero de guerra o te tendrás que pirar