Si tú lo fueras todo
Escribo una soledad
y aparece un árbol.
Al árbol le pregunto
si se siente solo,
si se siente escrito, dibujado, crecido,
soleado.
Como no contesta,
escribo un árbol
y le pregunto a la soledad
si ha olvidado su forma de árbol transparente,
la circulación de su sangre negra de burro.
Escribo un árbol y una soledad y me causan una conciencia,
un libro,
una lágrima,
una herida en la frente.
Árbol y soledad coinciden en una gran palma negra
que palmea la tierra
que abanica mis ramas
que se cierra a la luz
que se asombra de sus leyes
que se empieza y se empieza.
Escribo una escalera.
Y vienen todas las voces del universo:
soledades para subir
árboles para subir
palabras para subir
palmas para subir
tierras para subir
besos para subir
luces para subir
leyes para subir
sangres para subir.
En el borde de la escalera
encuentro la mente del sol.
Por aquí han pasado
todos las ideas del mundo
todas las purísimas lenguas
todos los imaginadores de árboles y soledades
todas las sílabas ardientes
todos los hombres con sombrero.
Escribo un amor sin esperanza
pido un solo amor redondo
una espalda
un cielo de hondura
un sueño
una columna de pájaros
un solo sol.
Y todo aparece.
Todo.
Como si la poesía…