Carretera perdida

Sueño que estoy en un gran centro cívico, en uno de esos espacios higiénicos creados por los ayuntamientos con grandes vidrieras, blanco unánime, muchas conferencias y alguna exposición de arte contemporáneo. Un grupo de mujeres me persigue para golpearme. Aprovecho la desorganizada estructura del fuerte blanco para esconderme. La gente parece darse cuenta de lo que está sucediendo y piensa que merezco ser capturado. No sé por qué me buscan. Me siento como el profesor de Disgrace, de Coetzee, aunque evidentemente esto lo fijo después del sueño.

Consigo hablar por teléfono con una de las cabecillas del grupo paramilitar femenino. Estoy en una cabina. Se muestra poco a poco comprensiva. Asomo la cabeza a la planta baja y nos cruzamos la mirada. Hay una especie de tregua que no acabo de entender. Bajo con ellas: la cabecilla y varias de sus socias parecen complacidas y curiosas, pero muchas otras me miran con acritud.

Conozco con ellas a otras mujeres. Hay un clima propicio al entendimiento sexual; no sé si debo besar a alguna. Me fijo en una muchacha negra ignorando si las demás se han percatado o si esto es reprobable.

Parece que estoy libre. Viajo en moto, inconfundiblemente por carreteras andaluzas del litoral, aunque sé que estoy en la India. Luismi, mi amigo de la infancia, va de paquete. Es de noche. Me pide que vayamos a un bar. Llegamos a uno pero lo han cerrado, así que me meto en el carril contrario y, a consecuencia de la infracción de las reglas de tráfico, encontramos otro local. Hay unos americanos que nos ofrecen drogas a la puerta y nosotros las rechazamos. Entramos en el bar y nos sentamos en la barra. Allí está toda la guerrilla y la chica negra me llama. Me acerco a ella, me besa con unos labios blanquísimos. Entre sus arrumacos, aprovecho para mirar a Luismi -”te lo iba a decir ahora”- y al resto de las tropas femeninas, ahora enfundadas en vestidos de gala. Todo el mundo parece aprobar la situación. Cuando me calmo, desparramado en un sillón, de repente siento un intenso mareo. Grito que si pasa esto es porque a Krishna le están arrancando la cabeza, porque se está acabando la religión. Hay un cierto alboroto. Despierto antes de ver si se ha dado el apocalipsis.

Un peldaño en “Carretera perdida”

  1. Anonymous says:

    Hola estoy representado a Bangladesh en una simulacio de un modelo de la onu (oajnu) y me gustaria que me ayudes ya que india es de la region, mi mail es: gabriel_savoy@hotmail.com

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