Enigma Nietzsche

-

Nietzsche es el misterio filosófico más insondable que existe. Y es que hizo algo increíble: inspiró  con la misma fuerza el humanismo y el antihumanismo del siglo XX.

Por una parte, su vitalismo y su idea del superhombre nutren la antropología y el existencialismo de los Heidegger, Scheler, Gehlen o Bergson. Y a la vez, su visión lingüística del mundo (la verdad como metáfora sedimentada) y su teoría de la moral y la dominación prefiguran las fórmulas del marxismo teórico de los Gramsci y Althusser y del estructuralismo de los Foucault y Derrida.

Por una parte, parece que Nietzsche defienda al ‘hombre’ (al gran hombre, por supuesto, al ‘superhombre’) frente al gregarismo cristiano, marxista y democrático, frente a la masa mediocre. El superhombre no es un ser hecho a la medida de la audiencia (el electorado, el mercado, el panóptico social) sino una obra de arte curtida en el dolor y la interioridad, cuya belleza racial emerge de la madurez. Es todo lo contrario del hombre superficial, ‘vuelto afuera’, pendiente de la aprobación y esclavo de los afectos.

Este hombre no se desvive por el consenso y el mayoritarismo, porque su verdad filosófica es profunda e innegociable. Este hombre tiene la cultura de la interioridad por la que claman Heidegger, Gadamer, Scheler y todos los ‘viejos europeos’.Pero al mismo tiempo está el Nietzsche filólogo, deconstructor y enemigo acérrimo del ‘sujeto’ en tanto que mito burgués. Para el filósofo alemán la verdad no es más que una ‘metáfora sedimentada’, una obra de arte absolutizada. Lo que era juego versátil en la joven Grecia se ha convertido en dogma inamovible. Contra la mentira platónica va la sentencia: ‘no hay verdad sino lenguaje’.

Véase la paradoja. Si el Nietzsche humanista desprecia la superficialidad cristiano-socialista, el Nietzsche filólogo desprecia la profundidad cristiano-platónica, la grave creencia en el ser y en la verdad. El superhombre parece un titán de la naturaleza, una superrealidad,  pero, ¡ay! Nietzsche nos confunde diciendo que ‘nada es’, que ‘todo fluye’, al más puro estilo de Heráclito. En el mundo y en el hombre no hay alma ni personalidad, sino el crepitar constante de muchos fuegos: ‘el mundo es un monstruo de muchas cabezas’.

El Nietzsche filólogo inspira el giro lingüístico del siglo XX y todas las filosofías antisubjetivistas que aparcan al hombre para dedicarse a las ‘estructuras’, a las relaciones de poder, a la ‘genealogía de la moral’ y la dominación. Estas filosofías son el marxismo teórico, el psicoanálisis y de forma general el estructuralismo.

El mismo Nietzsche que metió al socialismo en el saco de la decadencia cristiana es un faro del marxismo antihumanista de Gramsci y Althusser, quienes borran la utopía de la ‘liberación del hombre’ y proceden a un análisis científico del ecosistema del poder. Los estructuralistas, que extienden el modelo lingüístico a la psique (Lacan) y a las relaciones sociales (Foucault) deben su enfoque al filólogo alemán.

¿Qué reivindica Nietzsche? ¿El sujeto vital, la pasión humana? ¿O bien la disolución del sujeto y el olvido de todo humanismo? ¿Es un romántico o un sociólogo? He aquí el enigma Nietzsche.

What do you think Morgar?

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>