¿Qué leer en 2011? Ahí van mis propósitos, que espero que se bifurquen hacia caminos sin iluminado ni transeúntes: allí donde la sorpresa de lo desconocido te hace recobrar la confianza en la creación. Espero las sugerencias de los sabios lectores de este blog.

1. Justicia

Tagore. Poco original, sí, pero este año se cumplen 150 años de su nacimiento. Habrá sorpresas: el gran poeta bengalí necesita urgentemente ser revisitado. Pasarán décadas hasta que Rabindranath abandone las estanterías de esoterismo. En sus últimos libros, cuando la poesía es por fin dios y no viceversa, la conciencia cubre con un vaporoso velo el estallido a cámara lenta de sus ideas y sentimientos. Se infiltran la plástica y la religión. Pura sensibilidad moderna.

2. La luz de Pakistán

¿Un autor paquistaní en Laie o La Central que no hable de islamismo? Ha tenido éxito La explosión de los mangos de Mohammed Hanif, pero el panorama no parece muy alentador. Mi pronóstico, seguramente equivocado, es que en las próximas décadas se producirá una explosión de obras de paquistaníes escritas en inglés. Se está incubando, pero la semilla está ahí: la incipiente madurez, el lento despertar, la crisis de identidad. Caminos por los que la literatura angloindia ya ha transitado, con mayor o menor fortuna, y que aquí se adivinan más golosos para el hecho literario. Lo iremos discutiendo: el reciente número de Granta sobre Pakistán tiene su miga. Pero de momento, empezaré por los clásicos: Saadat Hasan Manto, cuentacuentos de la partición, y los poetas en urdu de marras: Ghalib, Iqbal, Faiz, etcétera. En la poesía urdu ya se ha instalado, para quedarse, una especie de verso libre: el nazm, que ha desbancado al tradicional ghazal, algo parecido a nuestro romance. También hablaremos de ello.

3. Maestros de la no ficción (o como quieran llamarla)

Arramblar con Capote. Me falta Breakfast at Tiffany’s. Como es una novela, será necesario beber también de otras fuentes. Aún no he leído a Gay Talese y me parece imperdonable: The Bridge es el libro que más me llama la atención. A Hunter S. Thompson y Norman Mailer tampoco les he dado una oportunidad, al margen de la famosa antología de Tom Wolfe.

4. La novela imposible

Paradiso, de Lezama Lima. Es, con diferencia, el libro que más veces he intentado leer: sin éxito. Ni siquiera con Faulkner he tenido una sensación tan intensa de no entender nada, incluida la lengua española. El cubano se ha convertido en una cuestión personal.

5. Marinero

Melville me encantó desde el principio: un visionario solitario. Bartleby o Benito Cereno son pequeñas obras fundamentales, especialmente la primera, mucho más conocida. De todas formas, han pasado los años y se me ha quedado mucho más impresa en la memoria la sutil técnica narrativa de Benito Cereno. Es hora de abordar Moby Dick, tras varios asaltos fallidos.

6. Orientalistas

Esos eruditos locos, con una biblioteca inclinada hacia Oriente. Le debemos un homenaje a Raimon Panikkar, fallecido el año pasado. El silencio del Buddha puede ser un buen comienzo. También es mi intención pasear por Mircea Eliade o René Guenon.

7. América del Norte

Me sonroja haberle dado la espalda hasta ahora a dos autores que siempre me han despertado curiosidad: Philip Roth y Don DeLillo, en particular este último. ¿Merecen el Nobel? A por The Plot against America y Libra.

8. Islam

Explorar la vía sufí puede ser el comienzo de una fecunda natación en las aguas islámicas. Especial hincapié en las escuelas de pensamiento islámico y en clarividentes ensayistas. ¿Ideas?

9. Pakistani affairs

Obligada la profunda supervisión de libros sobre Pakistán. Hay muchos títulos clásicos: algunos habrá que releerlos. Ghost Wars de Steve Coll es siempre una referencia, más orientada hacia Afganistán. Ha empezado a interesarme a partir del quinto o sexto capítulo, pero cada vez lo observo más ordenado. Además de los ensayos de Ahmed Rashid, The Idea of Pakistan de S. Cohen merece una segunda vuelta. Curiosidad por Husain Haqqani y los innumerables intentos de explicar al Ejército. Hay que afinar.

10. Los de siempre

¿Puedo pasar un año sin leer a Juan Ramón Jiménez, José Ángel Valente u Octavio Paz? Nahi.