La huida
Yo no estaba entero y unido, porque era un sueño, y subí al ascensor. Una señora se metió en el habitáculo, también, con su carrito azul como mis camisas. Dentro del carro vi un niño de codos blandos y luces en el cóccix. Recordé aquel
Yo no estaba entero y unido, porque era un sueño, y subí al ascensor. Una señora se metió en el habitáculo, también, con su carrito azul como mis camisas. Dentro del carro vi un niño de codos blandos y luces en el cóccix. Recordé aquel