Todo lo escrito por Agus Morales

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Indian Rickshaw Deconstruction

El barbudo me dijo que su rickshaw estaba libre. Me acerqué a él y regateamos. Partimos hacia nuestro destino, siempre pretérito y gelatinoso, como de ámbito azul. Otros vehículos con trayectorias indirectas, honestamente descerebradas, invadían el espacio de lo nuestro. El conductor ahuyentaba a los

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La confianza

Ante la presión de Garmor y Joan Pau, Morgar se compromete a no olvidar Occidente: Grecia, Roma, la autonomía de la voluntad, las vanguardias, Beckett, la hipermodernidad… LA TUMBA DE SAMUEL BECKETT / A.M. De Beckett se me olvidaron los libros, pero me queda su

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Flor

Veo dos indias guapas, sentadas. Paso de largo. Me caen fragmentos de Nada en la cabeza. ¿Qué me han lanzado? ¿Barro, escarcha? Frunzo el ceño. Enfadado, compruebo la materia. Sorpresa del ofendido, cuando descubre un pétalo en su hombro izquierdo.

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Amargura natural

Morgar ya tenía la cabeza en la India. El desplazamiento mental, sin retorno, se produjo unas horas después de abrir las primeras páginas literarias sobre esa cosa asiática, en la pluma de Mircea Eliade. El pobre ausente, porque Morgar no es otra cosa que un

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La huida

Yo no estaba entero y unido, porque era un sueño, y subí al ascensor. Una señora se metió en el habitáculo, también, con su carrito azul como mis camisas. Dentro del carro vi un niño de codos blandos y luces en el cóccix. Recordé aquel

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El pozo

Esta vez soñé que estaba planchado en un sillón de la cabaña cortada a navaja. Era su casa, la de ella, supuestamente, porque los sueños son como subirse al lomo de un animal rociado de brea. Me levanté extasiado por la fragancia primaveral del hogar,

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La derrota del corazón

Anoche mientras dormía soñé que vagabundeaba por un parque gris, redondo, grande. Había columpios plumiformes, robots que fingían ser bebés para hacerme creer que todo aquello, efectivamente, era un sueño, y abuelas vencidas por la modorra vespertina. Me senté en un columpio tradicional, que por